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Abr 27 2020

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LA ESPUELA CHILENA Y SUS CARACTERISTICAS.

Instrumento de metal del oficio ecuestre, que el jinete aplica a los flancos de su cabalgadura para acicatearla. La terminología folklórica consigna las siguientes partes de la espuela: asta, que es la pieza en forma de medio óvalo, calzada en la parte posterior de la talonera; pigüelo, la horquilla que nace en el extremo cerrado de la anterior; rodaja, el disco de cuyo centro parten las púas, por lo común en número variable entre treinta y dos y cuarenta y dos. Agréguense a las nombradas, los peales, consistentes en correas con hebillas, para asegurar las espuelas a los pies, gracias a la ayuda de las mencionadas taloneras, verdaderos soportes de suela, con sus respectivos correajes. El tamaño de la espuela se mide por el diámetro de la rodaja, la cual alcanza hasta seis pulgadas, como máximo, y dos, como mínimo; siendo, las de tres y media a cuatro las más usuales. El metal más empleado para su construcción es el hierro, con excepción de la rodaja, que debe ser de acero, en lo posible de riel de ferrocarril, garantía de consistencia y durabilidad, y que, a la vez, permite conseguir el temple adecuado para la obtención de un sonido cristalino, aprovechado donosamente por los buenos bailarines de cueca, con los consabidos efectos rítmicos. Por regla general, la espuela chilena es profusamente ornamentada mediante incrustraciones de plata, níquel, y perforaciones, utilizando, tanto las unas como las otras, motivos de cruces, estrellas, volutas arabescos, elementos decorativos a los cuales se añaden, en los ejemplares finos, series lineales de clavillos en la raíz del pigüelo, y de pequeños botones en la guarnición de las puntas de asta, conocidos los primeros y los segundos con el nombre de monillos. Esta fastuosidad es una huella evidente de la barroca artesanía jesuítica, que brillara en Chile durante el siglo XVIII, y cuyos metálicos despliegues dan pábulo, en nuestros días, a aplicaciones de interés pedagógico, plástico y turístico, especialmente, sin olvidar el hito temporal que constituyen en la ruta evolutiva de nuestra espuela, cuya anterior y mucho más sobria etapa comienza con la llegada del conquistador hispánico, el cual la usó con rodaja más pequeña, por lo común de tres y medio pulgadas como máximo, y en la que la cantidad de púas fluctuaba entre cinco, y diez. Hasta mediados del siglo XIX fue signo de elegancia la espuela cogote de gallo, denominada así por la notoria curva descendente en la línea de su pigüelo. Compañera inseparable de huasos, amansadoras, arrieros, baqueanos, y de otros personajes de oficie ecuestre, tiene sus mejores centros de construcción en Malloco, San Vicente de Tagua-Tagua, Curicó y Chillán. Orígen de la información: Enciclopedia Chilena.   .

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