Un buen herraje en el caballo es muy importante en el desarrollo de él, aquí le entregamos cinco recomendaciones del profesional Luis Miguel Urrechu.
La primera es que acompañe la herradura la circunferencia del casco hasta cerca del talón, para que el caballo marche a su gusto. Y que los callos de la herradura no salgan mucho por detrás fuera del plomo del talón, porque cuando salen demasiado se alcanzan las herraduras de las manos con los pies. Se deshierran con facilidad y tienen -sobre todo corriendo- mucho riesgo de caerse.
La segunda regla es que asiente la herradura solamente sobre la tapa y no sobre la palma. Al ser más tierna produciría dolor y cojearé el caballo. Por lo mismo, conviene recoger algo el vuelo interior de la herradura y no clavar altos los clavos. Es decir, que los clavos no se arrimen muy adentro o no participen de la palma.
No hay dos sin tres
La tercera regla es poner los clavos con igualdad y de manera que no se internen unos más que otros. Así evitaremos que comprima alguno la parte sensible del casco.
La cuarta regla es la de redoblar las puntas de los clavos después de puestos. Esto para asegurar la herradura y que el caballo no se hiera ni se roce. Les sucede a los caballos que tienen el herraje antiguo y usado. Se les hunden los clavos y resaltan las puntas en el casco a medida que se desgastan las cabezas.
La quinta y última regla de todo buen herraje es: después de herrado, cortarle y limarle suavemente todo el círculo bajo el casco. Se hace para allanarlo y darle una forma igual y redonda, y quitarle las puntas de las robladuras.
CASCOS A PRUEBA DE ACERO
Hay caballos tan duros de cascos que no es posible echarles ningún clavo sin que se doble. A estos conviene tenerlos antes en fianzas para que se les enternezca el casco. Así se podrán herrar con más facilidad.
Hay algunos herradores -entre muchos otros realmente buenos- que se ceban al hacer el casco. Disminuyen y quitan los talones, ciñendo la herradura y cerrándola de callos, que afligen a los candados. Y de acopados los hacen patimuleños, cuando de ser bañando la herradura se hacen acopados.
Además de que les suele salir por tapas delgadas, sequedad y descuido, y cerrarles la abertura de talones que la naturaleza les dio para expeler los humores. Esto causa a los caballos dolor y resentimiento en las piedras y al apoyar y cargarse en el freno. No hay peor cojera que la de la disminución del casco.
Si se observan estas cuatro reglas, podremos decir que se ha hecho al caballo un buen herraje.